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Los efectos devastadores de la invasión rusa a Ucrania en el sector energético mundial es la historia más relevante del año para Radar Energético

La invasión rusa de Ucrania ha sido un importante factor perturbador para los mercados energéticos este año, que ha tenido impacto en nuestra región y en Bolivia.

(#RadarEnergetico).- Un hecho tiene un impacto en el sector energético de múltiples maneras. En 2020, fue el surgimiento y las consecuencias posteriores de la pandemia de COVID-19 lo que tuvo un impacto en cascada en las historias de energía del año. Continuamos sintiendo ese efecto persistente incluso este año, ya que los problemas de la cadena de suministro combinados con una recuperación económica provocaron que los precios de la energía se dispararan.

Sin embargo, en 2022 surgió otra historia que tuvo un impacto disruptivo en los mercados energéticos la que contribuyó directamente a varios otros sucesos derivados en el año.

INVASIÓN y GUERRA

La invasión rusa de Ucrania apenas iniciado el año tuvo el mayor impacto en la energía en 2022. Rusia es uno de los tres mayores productores de petróleo del mundo, su invasión, y las posteriores decisión tanto de Estados Unidos al dejar de importar petróleo ruso así como de la Unión Europea de restringir las importaciones de gas natural ruso, perturbaron gravemente los mercados energéticos en 2022. Esas maniobras tuvieron una serie de efectos en cascada los cuales se sienten aun y se sentirán en el futuro cercano, cuando se cumplen ya 10 meses del inicio de la guerra iniciada por Putin.

ALTÍSIMOS PRECIOS DE LA ENERGÍA

En las semanas y meses posteriores a la invasión rusa, los precios mundiales del crudo subieron a niveles que solo se habían visto una vez antes, en 2008. La administración de Joe Biden (presidente de Estados Unidos) tomó la decisión de dejar de importar petróleo de Rusia, y eso provocó graves trastornos en el sector de la refinación. Gran parte de lo que importaba Estados Unidos de Rusia eran productos terminados o crudo parcialmente procesado.

La pérdida de las importaciones rusas provocó una interrupción en el suministro de gasolina y, posteriormente, en la producción de diésel durante un período de alta demanda de diésel. Todo esto condujo a los precios promedio semanales más altos de diésel y gasolina en los EE. UU.

Estos precios de energía altísimos también fueron un factor principal en la inflación generalizada que alcanzó su nivel más alto en 40 años.

IMPORTACIONES. El gas ha sido una de las principales victimas de la guerra.

EUROPA

Precios por las nubes, dependencia energética o incertidumbre económica son algunas de las consecuencias que está acarreando este conflicto.

La guerra entre Rusia y Ucrania ha desajustado la tendencia a la baja de los precios de la energía. El sistema ha visto cómo el mercado en toda Europa ha marcado récords históricos. Sin ir más lejos, en España, país que no depende íntegramente del gas ruso, ha marcado un precio tope en OMIE (gestor de precios para España) de 544€/MWh. Cinco veces más que antes de la guerra.

Entretanto, el suministro de gas natural licuado, vía barcos, ha llegado en gran medida desde Estados Unidos, cuyas exportaciones de la Unión Europea se han multiplicado a lo largo de este año.

Los 27 socios de la Unión Europea, después de varias reuniones han llegado a una conclusión clara: no se puede cortar de forma brusca el suministro de gas proveniente de Rusia. Esto provocaría un caos. El futuro, sin duda, pasa por proyectos de energías renovables en toda Europa y desarrollar la tecnología del hidrógeno verde para acabar de una vez por todas de la dependencia energética de Rusia.

Sin embargo, mientras ello sucede los días serán de sufrimiento por una inflación sin precedentes y con los suministros ajustados y en alta competencia con otros países.

GAS. El contexto internacional trajo consigo una nueva escala de precios del gas.

LA REGIÓN Y BOLIVIA

Producto de la guerra, los precios de la energía treparon a niveles históricos no solo en Europa sino también en nuestro continente.

El gas que usualmente Argentina compraba vía GNL a 10 o 12 dólares, llegó a sobrepasar los 25 dólares con algunos picos de 45 dólares en 2022.

Bolivia aprovechó esa coyuntura y logró negociar el precio de su gas a niveles superiores a la de años anteriores. Un hecho factible porque aun siendo más elevado resultaba más barato para Brasil y Argentina que traer GNL del mercado internacional.

Tanto fue el efecto que Bolivia aun produciendo menos gas que el año pasado, tuvo mejores ingresos, solamente por el factor precio.

En suma, la guerra en Ucrania ha sido el factor que generó una sucesión de eventos en el área energética los cuales aún no se han calmado y se espera que el año que inicia sufra las consecuencias de los duros golpes de 2022.

Sin embargo, la energía seguirá fluyendo y los mercados se irán adaptando a esta nueva realidad aunque con costos aun no totalmente cuantificados para los usuarios y para las empresas.

LO MALO

Sin bien Bolivia pudo vender su gas a mejor precio, por el otro lado tuvo que comprar combustibles líquidos, en especial diésel en el mercado internacional a precios exorbitantes. Tanto es así que la subvenciones a los hidrocarburos este año duplicó lo presupuestado llegando a $us 1500 millones aproximadamente.

Esto ocurre porque Bolivia es productor de gas natural, pero deficitario en líquidos y, las gasolinas que se producen asociadas al gas también están en descenso debido a la menor producción de gas.

Una conjunción de factores que subsisten y que si los precios siguen elevados harán de 2023 un año en la misma línea de la complejidad.