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Mauricio Medinaceli: “El proyecto de exportación de gas a Brasil cambió la naturaleza económica de Bolivia”

Durante varios años se escuchó a empresarios, profesionales y autoridades del sector hidrocarburos de Bolivia y Brasil elogiar la realización del proyecto de exportación de gas natural que une a ambos países. Un logro único en la historia del país y con resultados positivos en casi todos los ámbitos. Como si se tratara de una proeza. ¿En realidad lo fue?
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(RE).- El 1 de julio de 1999, Bolivia ingresó al selecto grupo de los grandes países productores de gas natural al comenzar el envío de este energético por el gasoducto Bolivia-Brasil, de 32 pulgadas de diámetro y 3.150 kilómetros de longitud (más de 600 km en el lado boliviano), que nace en Río Grande en Santa Cruz y culmina en la región de Porto Alegre, Brasil.

Ese hecho que daba comienzo a una nueva era económica para Bolivia, en una nueva relación con Brasil, era al mismo tiempo la culminación de 25 años de negociaciones, idas y venidas, pero sobre todo, la construcción de un proceso de confianza mutua entre ambas naciones.

“El proyecto de exportación de gas natural a Brasil es el que cambia la naturaleza económica de Bolivia y cambia la naturaleza productiva del sector hidrocarburos”, dice Mauricio Medinaceli, economista, exministro de Hidrocarburos y analista en temas de energía, en entrevista con Radar Energético y que en julio reciente presentó una publicación titulada ‘Breve análisis y prospectiva de la industria del gas natural boliviano: 1980-2021’, donde destaca la construcción de la gran obra. 

“Este es un proyecto nacional porque su gestación y maduración tiene al menos 25 años. Desde 1974 hasta 1999. Cinco presidentes de la República participaron con sus pares de Brasil en la preparación y puesta en marcha del gasoducto más largo de Sudamérica, de más diámetro y uno de los gasoductos emblemáticos a nivel mundial”, asegura Medinaceli.

Aunque hay documentos que datan desde 1936 en los que ambos países buscan integrarse en el área petrolera, puntualmente la intención boliviana de exportar gas natural a Brasil nació con la necesidad brasileña de suministro de éste combustible en la década del 1970, cuando los presidentes Hugo Banzer y Ernesto Geisel se reunieron en 1974 y acordaron llevar adelante un proyecto de suministro de gas boliviano al mercado industrial brasileño.

No fue sino hasta la década de los 90´s que comenzó a hacerse realidad el proyecto. En esa época, Bolivia estaba a punto de finalizar su contrato de exportación de gas a Argentina que estaba vigente desde 1972, y corría el riesgo de tener un hueco financiero.

Las opciones de Bolivia en ese momento eran: importar líquidos, quemar 6 MMmcd de gas que no tendrían mercado, no hacer nada y esperar que ocurra el desastre del desabastecimiento, o buscar un nuevo mercado para ese gas. El gobierno de Víctor Paz Estensoro, en 1991 decide caminar sobre dos rieles, una, negociar la posibilidad de que Argentina siga comprando gas durante algunos años hasta que Bolivia encuentre y consolide otro mercado, y dos, buscar ese otro mercado.

YPFB y el Gobierno boliviano, se reunieron con Petrobras para explorar la posibilidad de que sea Bolivia quien suministre gas a ese país. El primer acuerdo se rubricó en agosto de 1992, cuando se estableció que Bolivia entregaría volúmenes de 8 hasta 16 MMmcd de gas, a lograrse al octavo año de exportación.

En ese entonces, Bolivia tenía sólo 5,5 trillones de pies cúbicos (TCF) de reservas y se había logrado que Argentina siga comprando gas por un tiempo más, aunque no lo necesitara. En el segundo acuerdo, se establece la posibilidad de ampliar a 30.08 MMmcd, lo cual fue confirmado y ratificado recién en marzo de 2000 cuando, producto de la exploración, Bolivia certificó el descubrimiento de mayores reservas (32.2 TCF).

El inicio oficial de la construcción de gasoducto fue en septiembre de 1996 considerándose un ducto de 32 pulgadas, pensando en una demanda incremental. Luego de más de dos años de construcción de un caño de 3.150 kilómetros, en 1999 los presidentes de Bolivia y Brasil abrieron la válvula del gasoducto más extenso del continente.

“Desde 1999 hasta 2019 son 20 años más que dura la implementación de este proyecto que en principio nadie creía en él. El sector privado internacional no creía porque era un proyecto donde Bolivia no tenía gas y Brasil no tenía mercado. Entonces, genuinamente fue un proyecto de YPFB y Petrobras por llevar a cabo este proyecto de integración. Desde un punto de vista técnico este gasoducto cambia la forma de hacer negocios en el país”, dice el analista.

EFECTO MULTIPLICADOR

“En términos económicos en principio todo el análisis financiero que se hizo en los años 90’s para ver si el gasoducto se repagaba se hizo con el precio de 1 dólar el millón de BTU en boca de pozo y se quería ver si con este dólar funcionaba la ecuación económica en la producción”, recuerda Medinaceli.

Los volúmenes acordados fueron creciendo a través de los años, hasta llegar a los 30 (millones de metros cúbicos diarios).

En 2005 por la fórmula de ajuste en los precios del contrato lo que se hace es vincular los precios del gas natural a una canasta de ‘fuel oil’ (combustibles en Brasil a los que reemplazaba el gas), lo cual permite que cuando el precio internacional del petróleo sube, también lo hace el precio del gas.

“Entonces, lo que inicialmente era 1 dólar, los productores llegaron a recibir 8 a 9 dólares”, dice el entrevistado. “Una fórmula que fue muy criticada en el principio, pero que después demostró ser buena”, complementa.

“Entonces, si a eso le agregamos el incremento de volúmenes, tenemos que la entrada de dólares al país fue sustancial en ese periodo. Es decir, se sembró durante 25 años y se cosechó en el mejor momento de precios. No podía haber otro momento mejor para cosechar este proyecto”, refleja Medinaceli.

Sin embargo, a cinco años de estar fluyendo el gas a Brasil, en el momento en que el proyecto comenzaba a recuperar su inversión y a generar mayores recursos, los actores políticos del momento, deciden cambiar las reglas del juego para el sector hidrocarburos. Comenzarían los años de cosecha económica, pero de letargo en la siembra de nuevos prospectos que permitan reponer las reservas de gas que se iban consumiendo y para ello las inversiones que se necesitaban.

Si no se hubiese hecho el proyecto Bolivia-Brasil “probablemente no habrían tantos conflictos sociales ni políticos, porque todos los conflictos desde entonces devienen del deseo de apropiarse de la renta petrolera. Entonces, el país hubiese entrado en otra dinámica política porque no habría nada que nacionalizar. No nacionalizaron el Lloyd Aéreo Boliviano, porque estaba en quiebra. Entonces, si no hubiese habido el proyecto de exportación a Brasil tampoco hubiese despertado ese apetito boliviano por las nacionalizaciones y quizás el rumbo político que hubiese tomado el país sería distinto”, reflexiona Mauricio Medinaceli.

El proyecto no sólo fue una hazaña en todos los ámbitos, sino que dejó una vara muy alta para todos los proyectos venideros, que hasta ahora no se han repetido.

Nota: Algunos datos históricos fueron tomados de la revista Petroleo&Gas de la CBHE.