El gigante asiático lidera la carrera por una alternativa más abundante, segura y sostenible al litio, con implicaciones clave para el transporte y la transición energética mundial.
(#RadarEnergetico)_ En medio del avance global hacia tecnologías más limpias, China ha dado un paso audaz al apostar por las baterías de iones de sodio —conocidas como «baterías de sal»— como una alternativa a las tradicionales de litio. Estas nuevas baterías, utilizadas ya en scooters eléctricos en ciudades como Hangzhou, están fabricadas con sodio, un elemento mucho más abundante y accesible que el litio, lo que podría permitir una producción más económica y sostenible a gran escala.
Uno de los principales impulsores de esta tecnología es Yadea, el mayor fabricante chino de motos eléctricas, que ya comercializa vehículos con estas baterías y ha instalado estaciones de carga rápida que completan el 80% de la batería en solo 15 minutos. Según la publicación BBC Future, esta apuesta forma parte de una estrategia nacional más amplia para dominar el futuro de la tecnología de almacenamiento energético, frente a la creciente presión sobre el mercado global de litio y sus cadenas de suministro.
No obstante, las baterías de sodio aún enfrentan limitaciones importantes. Su densidad energética es un 30% menor que la de las de litio, lo que las hace menos aptas para vehículos de larga distancia. Por eso, por ahora su uso se concentra en vehículos ligeros y centrales de almacenamiento de energía, donde el tamaño y el peso no son críticos, y donde pueden contribuir significativamente a estabilizar redes alimentadas por energías renovables.
En ese sentido, el uso estacionario parece ser su aplicación más prometedora. Las baterías de sodio están comenzando a instalarse en grandes plantas de almacenamiento en China, un país que lidera tanto en generación de energías renovables como en la capacidad de almacenamiento. Esta combinación las posiciona como una herramienta clave para descarbonizar la red eléctrica sin competir con el mercado automotor por recursos.
A nivel geopolítico, esta apuesta por el sodio también podría diversificar el suministro de materiales estratégicos. El sodio es 400 veces más abundante que el litio, y puede extraerse de la sal marina. Esto permitiría reducir la dependencia de países como Australia o Chile, que concentran la extracción de litio, y de China, que controla cerca del 60% de su refinación. Paradójicamente, es el mismo China el que encabeza esta transición, con más del 90% de la capacidad proyectada mundial de baterías de sodio para 2033.
Finalmente, el verdadero desafío será económico: si bien el precio por unidad aún es un 60% más alto que el de las baterías de litio, se espera que esa diferencia se reduzca rápidamente gracias a la infraestructura industrial existente y la escala de inversión. Empresas como CATL y Gotion están ampliando su capacidad de producción y adaptando sus fábricas de litio a sodio. Si logran bajar los costos y mantener un buen rendimiento, estas baterías de sal podrían ser un componente clave en la transición energética global.