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“El fracaso del Estado empresario es la explicación para que un millón y medio de venezolanos haya migrado a Perú”, afirma Álvaro Ríos

En Bolivia también deberíamos hacer reflexión y análisis de cada uno de los proyectos implementados por el Estado en los últimos 15 años y resaltar qué beneficios trajeron, cómo operan y si generan ganancias o no, dice el analista y consultor Álvaro Ríos Roca.

(#RadarEnergetico).- “Exprópiese, Exprópiese”, se paseaba campante Hugo Chávez, presidente de Venezuela en las calles de Caracas y en los llanos, apoderándose para el Estado propiedades privadas que las pasaría para “beneficio social” de los venezolanos más pobres.

Esta práctica de “nacionalizarlo” todo fue la esencia del gobierno bolivariano, cuya revolución decía él encarnar y que sirvió para estatizarlo casi todo, incluida la industria petrolera, energética y crear nuevas fábricas y emprender una serie de construcciones monstruosas, la mayoría nunca terminadas.

El resultado es que casi dos décadas después de ese esplendor mediático todo está oscuro y sombrío para los venezolanos. Desde su asunción en 1999 hasta nuestros días, el chavismo lo que ha hecho es sembrar pobreza. Al destruir el aparato productivo privado terminó matando fuentes de empleo de calidad, la huida de la inversión privada nacional e internacional y un poco después, el éxodo de sus habitantes, los cuales la ONU calcula en alrededor de 5 millones en toda esta etapa. 

ELEFANTES BLANCOS. Uno de tantos puentes que nunca se terminaron de construir en Venezuela.

“El estatismo secante y Estado empresario lo que genera es pobreza que expulsa a sus ciudadanos al mundo a buscarse la vida”, dice el analista en temas de energía y consultor de GELA, Álvaro Ríos.

“El tema venezolano es que se ha nacionalizado y tomado control de casi todo y ahora casi nada o nada funciona”, enfatiza.

Según diversos reportes de prensa, en muchas industrias el Estado ha gastado plata en construir y no ha terminado de hacerlo o terminó de construir y no operan o, si lo hacen, pierden mucha plata.

La Venezuela floreciente, donde la cultura, el arte, el cine, la producción televisiva y los edificios de vanguardia, eran la norma quedaron atrás hace muchos años, dando paso a la imagen de la delincuencia, años de corrupción y elefantes blancos inservibles construidos por todo el país.

“Lo que nos demuestran los modelos aplicados es que el Estado empresario no funciona y que el Estado no debe estar metido a fondo en las diferentes fases de la actividad productiva y si lo hace, debe hacerlo tangencialmente y estratégicamente como con Enap o Codelco en Chile o Ecopetrol en Colombia”, ejemplifica Ríos, bajo un manto de blindaje del poder político de turno.

VENEZUELA. La más elevada expresión de nacionalismo es también una buena receta para el fracaso de las empresa públicas.

PERÚ LO CONTRARIO

Si bien Perú no es una taza de leche ni mucho menos, el sistema económico funciona y es tan robusto que pese a haber tenido sendas crisis políticas y sociales en los últimos años, con 5 presidentes en un quinquenio, la economía no cae porque no depende de las inversiones públicas del Estado.

“En Perú el modelo de inversión privada funciona, no hay desabastecimientos, su moneda es la más estable de la región, sus reservas internacionales son envidiables y el país sigue atrayendo capitales. Se está avanzando en una planta de urea en base a lo que necesita el mercado con inversión privada, al igual que redes de gas donde el Estado le da el impulso y el sector privado lo hace eficientemente”, relata el analista.

En Perú existen dos empresas estatales de energía; Electroperú y Petroperú, que son como dos compañías privadas que no dominan el mercado y que tienen que competir con las demás para prestar un mejor servicio.

“Esto podemos comparar con el modelo que se impuso en Venezuela hace cerca de 20 años donde el Estado ha tomado el control de la cadena de los hidrocarburos, de la electricidad, de la minería y ver que “1,5 millones de venezolanos se fueron a vivir a Perú y no al revés”, dice Álvaro Ríos.

PERÚ. El sector petrolero peruano tiene un caracter estratégico facilitador, pero no excluyente. (Foto: nueva refinería Talara)

BOLIVIA

A decir de Ríos esta línea es la que tenemos que repensar en Bolivia viendo qué hemos hecho con el sector energético y otros sectores, viendo si debemos actuar diferente de acá en adelante, respecto a lo que se ha hecho hasta ahora en esta visión del “Estado empresario en los últimos 17 años”.

“El Estado no debería ser el único que explore o que genere electricidad porque toda esa carga está sobre los contribuyentes”, plantea.

Para ello deberíamos hacer análisis de cada uno de los proyectos implementados en los últimos años en Bolivia y qué beneficios trajeron, cómo operan y si generan ganancias o no.

En ese marco, algunos proyectos más visibles como la planta de urea, la planta de Gran Chaco, la planta de Mini GNL, las refinerías, los ciclos para exportación de energía eléctrica y recientemente el litio, etc., deberían ser analizados a fondo, y desde el punto de vista técnico así lo hará Radar Energético en las próximas entregas.

14 septiembre 2017, Bulo Bulo, Cochabamba.- Evo Morales, junto al Vicepresidente del Perú Martin Vizcarra, Vicepresidente Bolivia, Álvaro García linera y ministros de Estado, inauguran la planta de Amoniaco y Urea. Desde sus inicios, la planta funcionó en promedio al 29% de su capacidad instalada.