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¿Urea subvencionada? El precio del gas que paga la industria nacional es más del doble de lo que paga la planta urea

El mercado interno para la Urea representa el 7,7% de lo que se pretende producir, 590 TM. La planta tuvo varias paralizaciones y cuestionamientos desde su inauguración en 2017.

(RE).- Con el fin de hacer cuadrar la ecuación económica de la llamada “industrialización del gas”, el Gobierno de entonces (2018) estableció, sin criterio económico ni financiero, que el precio del gas natural que ingrese como materia prima para su transformación en Urea y Amoniaco sea de 0,90 centavos de dólar por millón de BTU (MMBTU), menos de la mitad de lo que paga cualquier industria boliviana que consume este energético, lo que podría considerarse una medida discriminatoria dado que también estas generan un proceso industrial.

Incluso el precio del gas para la urea es menor que lo que pagan los consumidores comerciales, domiciliarios, las termoeléctricas, los sistemas aislados, las plantas de separación y hasta el combustible para los ductos.

Este precio para la urea fue fijado bajo la resolución RAR-ANH-ULGR N 0051/2018 que rige a partir de enero 2018, lo que podría significar que “la industrialización” está siendo subvencionada y, por lo tanto, sus resultados económicos no reflejan los costos reales del proceso industrial. No se ha conocido que este precio haya sido modificado posteriormente.

Ese mismo año, en 2018, al sector industrial boliviano se le fijó una nueva tarifa de precios de gas natural pasando de $us 1,64 MMBTU a $us 2,13, diferencial a favor de YPFB con miras a “seguir desarrollando las redes de gas natural a nivel nacional”.

Eso significa que la industria nacional paga $us 1,23 más de lo que paga la planta de Amoniaco y Urea instalada en el Chapare, es decir superior en más del 100%.

Por otro lado, Bolivia exporta gas natural a Brasil y Argentina a precios promedio de entre a 5 a 6 dólares por MMBTU en los últimos 10 años. Es decir, 5 a 6 veces más de lo que paga la planta de urea.

REAPERTURA

Este lunes, el Gobierno boliviano después de gastar $us 53 millones, puso nuevamente a andar la planta de Amoniaco y Urea en Bulo Bulo, cuestionada desde sus inicios por su elevado costo de construcción, inadecuada ubicación, lejos de los mercados y en una zona altamente húmeda, que según especialistas consultados, no es apropiada para la locación de este tipo de plantas.

La factoría ya tuvo varios paros técnicos, comerciales y de logística, apenas fue inaugurada en septiembre de 2017 hasta que luego de los conflictos sociales de 2019, en enero de 2020, la administración de entonces de YPFB decidió paralizar las operaciones de la planta por “tener sobrestock y falta de mercado”.

Durante los primeros dos años y hasta su paralización, la planta comercializó la tonelada métrica (TM) de urea a 250 dólares a precio internacional, lejos de los $us 800 TM que mencionaron las autoridades cuando se la planificó.

Por otra parte, en los años que estuvo en funcionamiento no superó el 40% de producción respecto a su capacidad.

NUEVAS PROMESAS

El Gobierno prevé exportar desde ahora hasta septiembre de 2022 unas 590.000 TM de las cuales 46.000 serán para el mercado interno y 391.000 TM se exportarán a Brasil, 125.00 a la Argentina, 22.000 a Paraguay y 6.000 a Perú.

Según esos datos, el mercado interno sólo representaría el 7.7% de la demanda.

Según una nota informativa de YPFB con escasa información técnica, el Gobierno “elaboró e implementó un plan de reactivación que contempló la adquisición de insumos químicos, maquinaria, repuestos y reparación de equipos críticos como el ‘turbo-expander’, la turbina 101 JGT, el generador de nitrógeno, habilitación de calderos, entre otros”.


OPINIÓN

Álvaro Ríos, Analista en hidrocarburos

YPFB debería enfocarse en vender urea al gigante y deficitario mercado de Brasil. Los Estados de Mato Grosso son los mercados naturales dado que actualmente ellos importan urea que llega desde el Atlántico a precios elevados. Estaríamos vendiendo urea a mejores precios y a menores distancias.

Lo que se debe tener claro es que el objetivo es que YPFB recupere su capital, pague costos de mantenimiento y genere utilidades. No se trata de urea, se trata de negocios.